miércoles, 4 de marzo de 2009

martes, 3 de marzo de 2009

Entrevista a Martín Tufró. Clarín. 3 de Marzo

UNAS FICHAS A...
Martín Tufró: Pelear por la voz propia
Asistente de dirección de "Los Mansos", estrenó "El hijo", un texto de Jon Fosse. Tiene una mirada aguda sobre el teatro actual.
Por: Juan José Santillán

El trabajo teatral de Martín Tufró (Olivos, 1978) combina tanto la puesta en escena como la dramaturgia. Un recorrido particular, cuya formación se gestó, entre otras prácticas, desde su participación y aprendizaje en sólidas experiencias como Los Mansos, de Alejandro Tantanian —donde trabajó como asistente de dirección— o La libertad, co-escrita con Tantanian y Ariel Farace para el Internationale Schillertage, festival alemán que se realiza en Manheim, dedicado a Friedrich Schiller.

Luego de Cuarentena —junto a Sofía Humala— y Espacio vital, su primera obra como autor-director, Tufró acaba de estrenar El hijo, un texto de Jon Fosse protagonizado por destacados actores como Susana Pampín y Julio Molina. Este dramaturgo noruego fue estrenado por primera en vez en Buenos Aires por Daniel Veronese, quien puso en escena el año pasado, La noche canta sus canciones.

Fosse es un autor cuya escritura dramática se caracteriza, entre otros aspectos, por una filosa mirada sobre los vínculos humanos, basada en procedimientos que explotan en escena la austeridad de palabra. "Después de haber trabajado sobre mi primera obra —cuenta Tufró acerca de su abordaje de este texto— busqué bastante hasta que pude dar con este texto. Era lo primero que leía de Jon Fosse, y me atrapó enseguida. La situación es muy simple: un hijo vuelve al hogar paterno después de una larga ausencia en la cual nada se supo de él, salvo el rumor de que estuvo preso. Por detrás de esa simple trama aparecen los grandes temas de la obra: la soledad, el silencio, la mentira y la verdad."

¿Qué te interesó de la dramaturgia de Fosse al encarar este proyecto como director?

En principio, su dramaturgia en "estado puro", es decir, cómo está escrita, cómo cuenta a partir de prácticamente nada, cómo una situación que dramáticamente es muy pequeña se vuelve algo enorme e incontrolable. Es un texto que, bajo una apariencia muy simple, ofrece una complejidad enorme para el trabajo de puesta en escena.

¿Qué relación encontrás entre "El hijo" y tu propia escritura dramática?

No sé si puedo compararme con otros autores y obras. Creo que sería un poco pretencioso de mi parte, sobre todo tratándose de Jon Fosse, quien tiene una obra muy vasta y de gran reconocimiento y prestigio en el mundo. En todo caso, pienso en qué cosas me gustaría tener de la escritura de Fosse, o qué cosas de su escritura resuenan en mi cabeza para sentir esa afinidad por su obra. En ese sentido, creo que el trabajo de precisión sobre la palabra, la economía en el lenguaje, el decir mucho con poco, son cosas que hay en la obra de Fosse y que yo, a la vez, intento lograr en lo que me toca escribir.

¿Qué características encontrás en los directores con quienes compartís una franja generacional?

La verdad, salvo algunos pocos casos destacables, no creo que haya una gran renovación, y en eso me incluyo. Tal vez vayan apareciendo nombres nuevos, de gente joven, por simple y lógico recambio generacional, pero eso no implica que se hagan cosas innovadoras. Es muy difícil ser innovador en una época en la que todo es válido. En todo caso, creo que si uno no puede o no quiere innovar, al menos tiene que tratar de ser serio y sincero en lo que hace, y no veo mucha gente que lo sea, ni en el teatro ni en ningún ámbito.

¿Cómo pensás que dialoga tu obra con el contexto de producción del teatro porteño?

Creo que en términos de producción, es una obra convencional, lo cual no tiene nada de malo, si uno sabe y asume que es así. No pretendo ninguna etiqueta de "teatro independiente". Obviamente no es un proyecto comercial, porque los volúmenes de público y de dinero involucrados no alcanzan para eso, ni tampoco somos teatro oficial, por el espacio en que estamos. Pero eso no nos convierte en un proyecto independiente. Creo que esa palabra debería tener un alcance mucho mayor del que se le suele dar en estos tiempos. -

Crítica de La Prensa por Juan Carlos Fontana

lunes, 2 de marzo de 2009

Dijo Carlos Pacheco de La Nación

Definiciones precisas en una puesta con mérito
Martín Tufró dirige una versión de El hijo, de Jon Fosse

Nuestra opinión: bueno

Una familia aislada; el matrimonio vive en un pequeño poblado oscuro, donde los vecinos se han ido muriendo o han partido en busca de otra realidad. Sólo un vecino, a veces, comparte algo de su existencia en el lugar, un hijo que ya no está y de quien muy poco se sabe. El vecino informa a esos padres que ese hijo lleva una vida poco clara, pero es el propio hijo, cuando llega, el que desata una serie de situaciones dramáticas, mínimas pero intensas, que posibilitan al espectador reflexionar acerca de una verdad que ha quedado flotando en el aire.

En el texto del noruego Jon Fosse -al igual que La noche canta sus canciones , su primer drama conocido entre nosotros- son determinantes el paisaje y como él ensombrece la conducta de los personajes. Sus diálogos son fragmentados y la conducta de sus seres irá definiéndose de a poco, sin sobresaltos, y sólo habrá posibilidades de comprenderla completamente al final de la experiencia.

Martín Tufró consigue definiciones muy precisas a la hora de plantar en escena la relación entre los padres. Susana Pampín y Julio Molina consiguen dos recreaciones muy minuciosas. Hay muchas sutilezas en la elaboración de esos personajes; sus pequeños actos, sus gestos, sus miradas van construyendo una intriga que se tornará verdaderamente inquietante. No sucede lo mismo en la relación entre El vecino (Pablo Rinaldi) y El hijo (Leandro Rosenbaum). Algo de formalidad en la definición de los hombres detiene el crecimiento de esos personajes, como si en verdad el exterior al que pertenecen no pudiera acomodarse en el interior de la casa y ante quienes la habitan.

Aun así, la experiencia en general tiene sus méritos. El mundo de Fosse está expuesto con cierto rigor y, desde los rubros más técnicos: escenografía (Oria Puppo), iluminación (Jorge Pastorino) se ve fortalecido.

Carlos Pacheco