Un hijo vuelve.
¿Dónde estuvo? Silencio.
¿Cuándo se fue? Silencio.
¿Qué hizo en su ausencia? Silencio.
Un vecino habla.
El hijo lo desmiente.
¿Quién dice la verdad?
Silencio.
La puesta en escena de El hijo está proyectada sobre dos ejes que surgen directamente del texto: por un lado, el lenguaje utilizado por el autor, basado en una particular manera de ordenar las frases, las pausas y los diálogos, que llevan a pensar en un lenguaje de actuación sustentando en la discontinuidad y el silencio, tanto verbales como gestuales. Lo que se dice y lo que no se dice, lo que se lee como subtexto en lo que no se dice, la inversión de la parábola bíblica del Hijo Pródigo, son elementos que surgen del texto de Fosse y que no pueden pasar desapercibidos en la escenificación del mismo.
El aspecto visual también está pensado a partir de la discontinuidad y el extrañamiento, en función del juego de claroscuro que plantea la pieza. La soledad, el frío, la oscuridad, el encierro, son los aspectos principales con los que se juegan en los diseños de escenografía e iluminación.
La idea es lograr una puesta que denote un ambiente atemporal y sin un espacio determinado, pero que ofrezca al espectador, desde lo visual, una mirada moderna e innovadora, en concordancia con las características textuales de la obra de Jon Fosse.
En cuanto al área sonora, se trabajará a partir del texto y de sus características para lograr un diseño sonoro en relación con los silencios, los quiebres y las discontinuidades. A partir de la grabación de los diálogos y su posterior procesado digital, se logrará una música que a primera audición parece abstracta pero está sustentada en la pura materialidad del texto, cuyo ritmo marcará además los tiempos y colores de esta música resultante.
Este espectáculo cuenta con el apoyo de la Real Embajada de Noruega en Argentina y de Proteatro